El arte compartido
Hace unos días Marià Casas Hierro nos invitó a una charla que impartía en una de sus galerías-taller (galerías de arte), concretamente a la última que abrió en la ciudad de Reus. Fue una charla amena e interesante en la que habló de las diversas técnicas del grabado y en la que yo me repetía a mí mismo lo de “solo sé que no sé nada” porque lo de las técnicas de grabación, particularmente algunas, me parecían complicadísimas, de artistas auténticos y de amantes del arte y de virtuosos del dibujo. Casi cosa de privilegiados.
Me consta que en el haber de artista de Casas figuran más de mil ediciones, de grabados, de litografías y de exlibris. (De estos últimos, además, tiene una de las mejores colecciones del mundo, creo que de hacia 50.000 ejemplares). Pero su obra no acaba aquí porque también es autor de monotipos, dibujos, óleos, esculturas y cerámicas. A mí, particularmente, por mi interés por la literatura, me encanta una edición del Quijote que ilustró con 140 exlibris y que en un viaje a Nueva York tuve el placer y el honor de regalársela, a través de John O, Neill, a la Hispanic Society of America.
Hasta aquí la historia y el marco de lo que viene a continuación, la reseña del libro de Casas, El arte compartido, que adquirí ese día en la galería. Casas dice que con él “nos abre las puertas de la que es “la cocina del oficio” y (que) nos comunica sus recetas y sus secretos aprendidos a través de horas y horas de estudio, controversias, pruebas…”
Se me antoja que el libro tiene dos partes diferenciadas, una primera que contiene propiamente lo que él denomina el arte compartido y una breve historia del grabado y una segunda, a partir de la página 54, en la que se ocupa de las técnicas de grabación. A mí, la primera, me da la impresión de que en ella reunió notas y apuntes suyos dispersos sobre el tema y a veces tuve la sensación de que se quedaba en bocetos de asuntos que como el de la crítica artística y los artistas (p. 14), el concepto de grabado (p. 51) y las manos del artista (p. 52) merecían más atención y habría que haberles sacado más partido. La segunda, en cambio, me parece antológica e ilustrativa y permítanme una enumeración de los títulos que aparecen en el libro y que se estudian en estas páginas para que se den una idea del contenido: La xilografía, los contrachapados, los aglomerados, las fibras, el linóleum, grabado a la talla dulce, grabado a la punta seca, grabado a la manera del lápiz, grabado martillado, punteado, la manera negra o “mezzotinta”, el aguafuerte, la aguatinta, el barniz blando, el grabado al azúcar, el azufre, El “lavis”, el carborundum, el “collagraph”, el “trívium”, el grabado digital,. Y estudios sobre el taller del grabador, las tintas, la estampación, la serigrafía, etc.
En suma, un libro para no ir ciegos en lo que al arte del grabado se refiere.
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