Cinco esquinas
Cinco esquinas es una novela de Vargas Llosa. Cuando escribo la última suya. Cinco esquinas provoca en mi como lector un enorme placer por cómo se usa el lenguaje, por cómo se construye la frase, por la riqueza de vocabulario que uno encuentra y por lo que se dice. Y el punto anterior, este que acabo de poner, debería marcar el final de la reseña, de esta reseña porque lo que siga va a ser un intento absurdo de enlatar la novela para decirles a los que no la vayan a leer algo sobre ella para que en los ágapes y tertulias de amigos con pujos de cultos e intelectuales tengan algo que contar para brillar. Pero los usos y costumbres son como son y voy a seguir explicando el qué y el cómo de la novela.
Vargas Llosa cuenta muchas cosas y muy interesantes en ella. Cosas que suceden, cosas que vivimos o con las que nos podemos encontrar en nuestra vida cotidiana. Cosas reales pero que algunos no las ven porque no miran, no saben mirar, no llegan a más o porque se ponen la venda; y como Vargas Llosa las cuenta muy bien, como ya he dicho, leyendo la novela no le queda a uno otra que pensar en ellas, que dar vueltas a lo narrado en ella, que sacar conclusiones, o simplemente que vivir yendo con los ojos abiertos.
¿Qué cuenta Vargas Llosa?
Que el erotismo es un componente muy importante en las personas, en todos nosotros, que el erotismo si es elegante y refinado eleva al hombre sobre los animales, que el erotismo si no se cuida, si no se renueva, si no tiene alicientes muere y si se muere el erotismo algo se muere en nosotros; o nosotros nos estamos muriendo en parte. En la novela, p.278 y 279, hablan los esposos Quique y Marisa y…
“-Conste que me debes un polvito, amor –se rio Marida, sin moverse-. Vaya, vaya, Quique, quién hubiera dicho que ibas a tirarte a mi mejor amiga y delante de mí.
-Con tu consentimiento –dijo Quique-. Ahora te amo más que antes, gracias a ti he pasado unos momentos maravillosos, Marisa.”
Ya lo ven. Para unos escabroso, para otros renovador del amor, la pasión y el afecto. Y esto no es más que uno de los asuntos de la novela, aunque tal vez el que más ha destacado la prensa cuando se publicó. Y digo esto porque otros asuntos también presentes y hasta centrales en la novela a veces se han tratado de pasada, tal es el periodismo amarillo, qué es y cuáles son sus métodos y cuál es su infuencia (nefasta) en la sociedad; los recursos, no siempre confesables, de abogados y bufetes de abogados; el morbo que mueve a la gente, normalmente a la gente en cuya sesera no hay demasiada materia gris ni demasiado compromiso con los demás; el fragmento en el que se narra la historia y lo acontecido en el Perú durante el gobierno de Fujimori, particularmente el caso del Doctor, personaje siniestro y sin escrúpulos, pero trasunto o remedo de tantos y tantos personajes de su calaña y que han rodeado a políticos dictadores que han hundido a los pueblos.
Con Cinco esquinas vuelve Vargas Llosa a “la verdad de las mentiras”.
José María Fernández