Don Quijote de la Mancha.
El tema 25 de nuestra Aplicación (SmartText) para el Perfeccionamiento del español está dedicado a la novela de Cervantes. Se titula “Cómo es don Quijote” y un fragmento del texto inicial, que lo es también del comienzo de la novela, dice: “Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años; era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada , o Quesada…” Sencillamente, genial. Quiero decir (y por eso elegimos un fragmento del Quijote) que con él, o valiéndonos de él, se puede saborear el mejor español, se puede perfeccionar, se puede ser un virtuoso del español.
Hace días, terminé de leer La sombra de otro que su autor, Luis García Jambrina, profesor Titular de Literatura Española de la Universidad de Salamanca, presenta también amparado en el epígrafe de que “la mejor novela de Cervantes fue su vida”, asunto que me dejó perplejo porque la mejor novela de Cervantes es la que es, El Quijote, sin que por ello deje de tener interés la vida de su autor.
De Luis García Jambrina yo había leído con fruición El manuscrito de piedra porque me parecía una novela magnífica, tanto que cuando era profesor en activo de la universidad la recomendé a mis alumnos, en más de una ocasión, como libro de lectura obligatoria. Pero ahora, La sombra de otro me ha causado desazón porque se notan en ella, como demasiado evidentes, ciertos recursos tópicos, manidos o elementales de profesor de universidad y lo común, lo gastado y lo evidente ha dejado para mí de tener interés, sobre todo si proviene de algún profesor universitario que debería ser, por definición, faro de las inteligencias. Y Cervantes, el Cervantes que le queda al lector de la novela, es el de un personaje mujeriego, putero, vividor en el peor sentido, altanero frecuentemente, pendenciero las más de las veces, espía al servicio de quien hiciera falta, mal padre, peor esposo y fracasado, fundamentalmente fracasado. Y aunque no llega mi sabiduría a tanto como para discernir qué grado de realidad y qué de ficción había en el caso, no me gusta. Y punto.
Dicho lo anterior, conviene leer la novela porque hay mucho jugo que se puede sacar con su lectura, por ejemplo el recuento abigarrado de la gente que pulula en torno a la corte (p. 23), lo que una persona es y lo que aparenta, (p. 92), lo impostado que resultan tantos espías y gentes vendidas (p. 153), el significado de La Galatea (p. 169-170), el del Amadís de Gaula y otras obras (p. 208-210) y el que la cárcel como remedo de lo que era en la realidad España (p. 211). Y así sucesivamente.
Como por otra parte, el conocimiento de la trayectoria vital de los grandes hombres y de su circunstancia es un hecho necesario para cualquier pueblo que no quiera renunciar a su historia, hay que dar y damos la bienvenida a La vida de otro de García Jambrina.
José María Fernández