Ecue yamba o
Llevo días descangallado anímicamente y recitando para mis adentros aquello de:
¿Qué culpa tiene el tomate
que está contento en su mata
que venga un hijo de puta
que lo meta en una lata
y lo mande pa Caracas?
Y no sé por qué lo recito, o sí lo sé. Porque hay muchos, desde políticos, profesores, autores de libros (o manuales) de literatura y hasta no sé quiénes que se meten en nuestras vidas, que las manipulan y que nos engañan, o lo intentan.
Durante años, cuando explicaba en la Universidad novela hispanoamericana, puse como lectura obligatoria (entre otras) El reino de este mundo de Alejo Carpentier, libro a mi entender delicioso sobre el negrismo antillano, la historia de Haití y lo “real maravilloso”, una realidad mucho más original que la que habían cantado los surrealistas. Entonces, digo, cuando explicaba estos asuntos, compré y leí otras novelas de Alejo Carpentier, pero la titulada Ecue yamba o solamente la leí haciendo catas aquí y allá porque no tenía tiempo para más, porque era la primera novela de Carpentier (1927 y 1934) y porque en la Historia de la literatura hispanoamericana de Luis Sáinz de Medrano se decía que su “excesivo juego de audacias cubistas se superpone fatigosamente a la virtualidad de la magia ancestral de lo afrocubano, planteada como componente básico del relato que en definitiva el autor no alcanza a atrapar”. En definitiva, que era una novela no lograda. Pero como ya he dicho que días atrás andaba descangallado por los que cortan el tomate de su mata y lo meten en una lata y lo mandan para donde se les antoja, me puse a leer la novela a ver si Sáinz de Medrano decía la verdad o repetía lo que otros habían dicho antes leyendo o si leer la novela.
Y leí la novela. Y me encantó la novela. Y estoy seguro de que Ecue yamba o es una magnífica narración del asunto de la magia ancestral y de lo afrocubano. Pero también estoy seguro de que de cien lectores que lean la novela noventa y cinco no estarán conformes con lo que estoy diciendo porque ni la entenderán ni les gustará. Pero yo no entiendo la teoría de la relatividad, ni el discurso y las mamarrachadas de muchos políticos, ni lo de la carretilla de madera que se expone ( o se exponía) en un afamado museo como obra de arte contemporáneo.
En resumen, si muchos lectores no entienden la novela allá ellos y sus entendederas o falta de entendederas, pero la novela, el lenguaje de lo afrocubano, las costumbres, los mitos, las creencias, las formas de vida, las reyertas, los dioses, las religiones, su mundo y los mundos de quienes se relacionan con ellos son interesantes. Y la música. Y el machismo. Y los asesinatos. Y los desastres naturales. Y el trabajo:
“Yo no tumbo caña,
¡Que la tumbe el viento!
¡O que la tumben las mujeres
Con su movimiento!”.