Daisy Miller
Fui al quiosco de la Plaza Imperial Tarraco a comprar el periódico, el ABC por más señas y para que nadie se equivoque, y me encontré con una cestita en la que había libros de saldo. Los miré y junto a algunos voluminosos y por el mismo precio encontré Daisy Miller, novela de Henry James y la compré porque no la había leído y porque cuando en tiempos ya remotos hacía mi tesis doctoral sobre Enrique Díez-Canedo me encontraba con frecuencia con referencias a Henry James y siempre, creo recordar, elogiosas.
Daisy Miller es una novela muy significativa dentro de la obre de Henry Miller porque muestra con tacto y exquisitez el contrate psicológico entre los gustos, hábitos de vida y cultura europea frente a la americana, tema, por otra parte, recurrente en su obra literaria.
Daisy Miller es una muchacha americana, de viaje por Europa (o provisionalmente afincada en Europa). Daisy es guapa, muy guapa, rica, muy rica, desenvuelta, para lo que se lleva en Europa demasiado, para América lo normal; culta lo justo, casi lo justito. Daisy es independiente y coqueta y concita en su entorno una nube de adoradores. Daisy es una chica normal, habitual en el mundo americano, pero en la sociedad de la vieja Europa Daisy llama la atención, atrae las miradas, los comentarios jocosos y mordaces y termina padeciendo el vacío que le hacen las gentes de su entorno. Daisy tiene un fiel adorador, un italiano que no la deja ni a sol ni a sombra, Giovannelli: la lleva en coche, va de paseo con ella a lugares no muy concurridos, a otros llenos de gente que la miran, que los miran y que murmuran. Giovannelli hasta sube al hotel de Daisy. Pero en torno a Daisy también revolotea Winterbourne, un americano que también la adora por su belleza, que a veces hace las veces de novio, otras de amigo guardián y otras de hombre desconcertado ante ella. Winterbourne piensa que Daisy es una persona alegre, sana, coqueta e inocente; pero otras veces lo duda.
Daisy, el personaje de Daisy es psicológicamente muy interesante y es una delicia ver cómo Henry James va trazando el retrato y la etopeya de su persona y cómo el novelista a través de Daisy, de los dos personajes masculinos citados y de otros, principalmente familiares cercanos, señala el modo de ser y de vivir americano frente al europeo. No se ensaña ni critica a ninguno de los dos. Señala. Da cuenta. Fíjense con qué finura cuenta Henry James:
“En Ginebra, como él sabía perfectamente, un hombre joven (el hombre joven aquí era Winterbourne) no podía hablar con una joven dama soltera, si no era bajo ciertas condiciones que extrañamente se producían. Sin embargo allí, en Vevey… una hermosa chica americana avanza y permanece de pie frente a ti, en un jardín…
La hermosa muchacha fijó su vista en él… y, mientras, él se preguntaba si habría ido demasiado lejos.”
Hermoso retrato psicológico e inquietante relato de los diversos modos de comportamiento de las personas, de la idiosincrasia de los pueblos y de cómo y con qué rapidez evolucionan las costumbres y formas de vida en el mundo ¿Servirá para que aprendamos a respetarnos?
José María Fernández