El huerto de mi amada.
Delante de mi casa, en la acera de enfrente, abrieron una Librería Lowcost y por tres euros compré, no me resistí, El huerto de mi amada, novela de Bryce Echenique. Lo hice porque me gusta cómo escribe BE y este libro suyo no lo había leído.
El huerto de mi amada es un prodigio como ejercicio literario, como elaboración del lenguaje, de la frase y de cómo dice, no dice, dice a medias y se desdice e insinúa por lo que el lector tiene que estar permanentemente vigilante para saber qué quiere contar y si lo que cuenta es de verdad lo que aparece o si es el trasfondo o uno de los posibles trasfondos de lo que le interesa y quiere decir al lector. Y los lances, las situaciones y los personajes de El huerto de mi amada son esperpénticos, exagerados, inverosímiles pero a la vez reales porque todo es desmesurado: Lo que se cuenta y el abigarramiento con el que se cuenta. Valle Inclán y Quevedo unidos. Y aunque sea solo por lo ya dicho no se puede renunciar a la lectura de esta novela como yo, absurdamente, había hecho. Es más, terminada su lectura quise imitar su manera de contar y no pude. Me salía una auténtica porquería de relato, de redacción o de ejercicio de imitación si así queremos llamarlo. No es fácil escribir como lo hace Bryce Echenique.
El editor de la novela (supongo que sería el editor) la presenta con unas líneas que van en la contraportada y que me parece que proporcionan una información pobre. Se dice: “Cuando Carlos Alegre, diecisiete años, y Natalia de Larrea, treinta y tres, huyen juntos de una fiesta de alta sociedad en medio de un sensacional escándalo, saben que su relación no va a ser un camino de rosas.” Es como si yo digo que cuento la historia de alguien que se ahogó porque los de Protección Civil tardaron mucho en acudir y oculto que lo importante en la narración no es el hecho dicho sino la crítica profunda y demoledora y la insolidaridad de quienes presenciaban el caso y no hacían nada para salvarle. En El huerto de mi manda lo llamativo es la fuga del caballerete de 17 años con la estupenda señora de 33. Pero lo oculto y lo que BE tiene (me parece) como primordial es el retrato de la sociedad limeña con sus hipocresías, con sus beaterías huecas, con su fanfarronería, con su necesidad de aparentar ante los demás, con su qué dirán, con sus niños a la caza de niñas ricas y al final, incluso, la reflexión (no sé si la duda) de si cada uno de nosotros somos dueños en el sentido de que controlamos nuestras vidas o si una especie de destino nos lleva por derroteros no buscados. Terrible e interesante.
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