Una mirada pretendidamente crítica desde la amistad
(De Ángel Pío González Soto)
Como José María Fernández, soy profesor con 44 años ya de ejercicio profesional como «numerario», esto es, como «funcionario de número» sin haber abandonado la enseñanza y haciendo pretendido siempre «educar», pensando que, como decía Einstein, «Yo no enseño a mis alumnos, solo les proporciono las condiciones en las que pueden aprender».
Conozco al Profesor Fernández desde el año 1973, lo que me da una perspectiva amplia de su tarea, de sus filias y de sus fobias. Soy de los que piensan de que un amigo es aquella persona que, a pesar de conocer, te estima, te sigue, te aprecia, te valora. Y yo valoro y quiero al Dr. Fernández.
Quizá por ello fui de los primeros en acceder a su App «SmartText». Sabía que iba a necesitar que la gente próxima le dijera como veía ese pequeño programa para adentrarse en el aprendizaje del español.
La primera cosa que me llamó la atención fue la selección de los textos. En primer lugar porque era una selección alejada de las que son al uso para ayudar a adentrarse en el aprendizaje del español. En segundo lugar porque era una selección pirateen literaria y en tercer lugar porque era una selección cuidada, sensible, actual y muy pegada a la realidad del vocabulario usual y a los requerimientos de un nivel medio de aprendizaje del español.
Valoré muy positivamente las ayudas «fonéticas», esto es, la lectura de los textos incluidas en la App, pues el oído es fundamental en el aprendizaje de lenguas y el resto de «andamiajes» (ayudas) que contenía la App.
Sin saberlo él, dejé un comentario al respecto, que, en líneas generales, hacía referencia a esto que anoto ahora aquí.
He de añadir algo. Sería una pena que esfuerzos así se quedaran en la «estantería del olvido», cubierto de polvo, y que siguiéramos favoreciendo vulgarizaciones facilonas y artificiales de nuestro lenguaje y del vocabulario al uso, con expresiones snobs, cuando no cursis o vulgares. La literatura, toda la literatura, es algo más que un cúmulo de historias escritas y encuadernadas, es la expresión de una cultura, de una forma de vida, de un cúmulo de saberes, de la expresión de un esquema de valores, es, en definitiva, la vida misma y solo la vida, adentrarse en ella, da valor a lo que podemos comunicar o percibir con el lenguaje.
He ahí un valor capital en el trabajo de SmartText.
Ángel Pío González Soto