Tienes la cabeza muy dura.
Mis padres eran maestros, buenos maestros. Se preocupaban por amueblar culturalmente las cabezas y por educar a sus alumnos y cuando tenían que llamar la atención a alguno lo hacían de forma natural y directa sin tules y sin miedo a que se estropeara el merengue ni a que el niño se frustrara para toda la vida porque se le había señalado un defecto o una carencia. “Tienes la cabeza muy dura” y “la tienes llena de serrín” eran expresiones que, dirigiéndose a alguno de sus alumnos, yo les oí reiteradamente. Y los alumnos no acudían llorando a sus padres ni los padres llevaban ante el juez al maestro porque este les había señalado en público, al contrario, creo que más de uno se palpaba la cabeza a ver cómo la tenía de dura o cuánto serrín había en ella. Así, y con esto, los niños de la escuela el día que llegaban a personas adultas tenían criterio propio, razonaban y distinguían al de enfrente que era charlatán y demagogo del otro que era una persona con palabra, seria y fiable. Los maestros (mis padres) educaban. Cumplían y se ganaban dignamente su sueldo.
Hoy, muchos maestros, muchos periodistas y muchísimos políticos da la impresión de que se dirigen a los ciudadanos con la intención oculta de engañarlos, o como para implantarles un chip en el cerebro de manera que funcionen como autómatas descerebrados, como individuos de aluvión, como hombres masa. Y decía Juan Manuel de Prada en un Magazine semanal que “las masas no piensan de forma autónoma, sino que asimilan –cual rumiantes- la alfalfa que se les suministra a través de los mass media, presentada como si fuera su propio pensamiento”. Y continuaba con la deducción lógica de que “para ello, la propaganda actúa con eslóganes y consignas sobre sentimientos”, no amueblando la cabeza, como decíamos antes, con deducciones lógicas ni con datos objetivos para la propia formación. Y así nos luce el pelo. Y así tenemos que hay muchas gentes que no se dan cuenta de que hablar bien les hace más libres y les dignifica y les saca del rebaño. Pero todavía están a tiempo de bajarse la App SmartText. Todavía están a tiempo de rectificar. Y también tenemos muchas que gentes que todavía están a tiempo de demostrar con su voto que los demagogos, los embaucadores y los que prometen paraísos que en realidad son lugares para que “rumiemos de por vida la alfalfa” no tienen nada que hacer en esta España nuestra porque todavía España y los españoles son hijos de los buenos maestros, de maestros como fueron mis padres.
¡A desenmascarar! ¡A desenmascarar!
José María Fernández
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